the girl next door |
scream out loud archives
gone with the wind abril 2010 mayo 2010 junio 2010 julio 2010 agosto 2010 septiembre 2010 octubre 2010 noviembre 2010 diciembre 2010 enero 2011 febrero 2011 marzo 2011 abril 2011 mayo 2011 junio 2011 septiembre 2011 enero 2012 septiembre 2012 octubre 2012 noviembre 2012 diciembre 2012 enero 2013 julio 2013 |
you can found me here |
miércoles, 12 de enero de 2011
El coste de oportunidad
Todo supone un coste de oportunidad, o eso dicen los economistas. La vida se construye sobre innumerable decisiones, “síes” y “noes” que constituyen la cotidianeidad de cada día y que, sin a penas darnos cuenta, se convierten en las señales que seguimos al andar por nuestro camino.Yo he tomado decisiones, como todos, que me han conducido a la situación en la que actualmente me encuentro. Algunos calificarán mi comportamiento de insensato, otros me darán la consabida palmada en la espalda, otros cuchichearán cuando pase por su lado, y los más y los menos se formarán una descripción en sus cabezas sobre qué tipo de persona fui, soy y seré...Lo cierto es que me da igual. Al menos ahora sí, si bien lo que los demás opinasen de mí siempre ha sido fuente de llantos, depresiones, paranoias y noches de insomnio dando vueltas en la cama cavilando sobre cómo limpiar mi supuesto nombre manchado.Pero, ¿sabés una cosa? No se puede ser feliz si se intenta vivir a través de la felicidad de otros. No puedes mantener a todos los de tu alrededor contentos, no puedes satisfacerles para luego más tarde descubrirte a ti misma insatisfecha. Eso no es justo, ni para ti ni para aquellos que se creen tus amigos cuando en realidad son tus dueños. Y la culpa no es suya, o al menos no siempre. La culpa la tienes tú por alimentar dicha situación.
Hasta que un día te dices que ya no más, hasta que un día tiras el sentimiento de culpabilidad por la ventana y rompes esas esposas invisibles con las que tú misma te ataste a compromisos inexistentes y a relaciones innecesarias e insanas. Hasta que dejas de sentir la necesidad de pedir perdón por lo que haces, piensas, escribes o dices. Y hasta que te das cuenta de que los demás pueden pensar de ti lo que quieran, ¿o acaso no tienes tú misma determinadas ideas, preconcebidas quizá, sobre las personas que te rodean?
Así que aquí me encuentro hoy, sopesando mis decisiones, disfrutándolas y sin arrepentirme de aquel coste de oportunidad que dejé atrás.Porque ahora soy la reina en mi propio hogar y durante los fines de semana no tengo la necesidad de preguntarle al alcohol qué tipo de persona soy o cuántos amigos tengo. Las cervezas se han convertido en ese lujoso elixir que sólo nos permitimos una vez al mes, por lo que las saboreamos y bebemos como si de champán se tratase, mientras conversamos sobre hipotéticas situaciones que nos llevan casi siempre a discusiones acaloradas fomentadas por nuestra desacostumbrada tolerancia al alcohol. Echo de menos a las jarras de cerveza, sangría y tinto ...Bueno, esa ha sido mi decisión. Y me importan una mierda los costes de oportunidad.